Campo y Comunidad
Una vez escuche una frase que decía “aléjense de lo
artificial”. Artificial es la computadora en la que estoy escribiendo, la
televisión, la falsa comodidad de las grandes ciudades, Internet, etc.
Todo cambio conlleva cierta sensación de pérdida, y muchas veces, para
evitar esa pérdida, para llenarnos falsamente el vacío que tal vez tengamos dentro,
nos llenamos de bienes materiales, y estos bienes en tales casos, son inservibles.
Inservibles para nuestra supervivencia. Para nuestra propia manutención.
Vuelvo a la frase primera: Aléjense de lo artificial. Podemos
interpretar, también, y sin equivocarnos: “Acérquense a lo natural”. Lo
natural: El bosque, la pradera, el lago, el río, el mar, el sol, la luna, las
estrellas.
Si seguimos estos conceptos y observamos los cambios mundiales, con la
consecuente perdida de seguridad cada vez mayor de las fuentes laborales que pueden
brindarnos las grandes ciudades. Se hace cada vez más patente que el hombre, en
un futuro cercano, tendrá que proveerse el mismo tanto de sus alimentos como de
sus bienes esenciales y estos serían cosas tan simples como una mesa, dos
sillas, un techo bajo el cual vivir.
Ahora habría que hacer una escala de valores, tomando en cuenta los
beneficios de vivir en una ciudad, donde las posibilidades de empleo son cada
vez menores, los costos de vida son cada vez más altos, y las posibilidades de
obtener una casa propia, se alejan. Mientras, los precios burbuja de las
propiedades suben y los sueldos se planchan en una misma proporción. Sin contar
el deterioro de la salud pulmonar cuando se vive en una ciudad grande,
compartiendo espacios reducidos con sus conciudadanos, respirando un aire
viciado y, demás. Con los beneficios de vivir en el campo, en pequeñas comunidades,
en un contacto más estrecho con la naturaleza, y con la posibilidad de
proveerse uno mismo de gran parte de los alimentos, con las ventajas para la
salud, tanto del cuerpo como del espíritu, que trae el contacto directo con la
tierra y el cielo.
Si esto es así, toda persona razonable, tendría que saber cómo plantar
una huerta, conociendo el ciclo de las plantas, los beneficios que traen al
organizarlas por variedades, evitando así la necesidad de utilizar medios
químicos contra las plagas. Tener conceptos básicos sobre la construcción de
una vivienda o complementar sus conocimientos y recursos para formar la pequeña
comunidad. Producir dulces, quesos, artesanías y demás derivados de un pequeño
campo, como ya muchas personas hacen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario